15 octubre 2006

Fin del día por encima del hombro

Niño retazo de rojo crepúsculo;
cuando deseaste entrar a Buenos Aires,
la noche despierta entre cigarras y sentencias de mediatarde,
acosaba el último vestigio de nacar de cielo.
Te diluía.

El ladrido del perro del taller,
cuida que el silencio no penetre las carrocerias meadas de los autos.

La ceguera se me acerca, veo que el ambiente es tan sucio como la primavera.

No importa saber cual es el destino del último reloj del mundo,
la aguja de los segundos que nadie cuenta entró a mi casa en forma de mujer.

Hoy no quiero saber
Digo hoy
Ladrido de perra
Digo Ayer

Destrucción del tiempo.

12 octubre 2006

Los Juegos Surrealistas - Cadáver Exquisito

Alrededor de una mesa se sientan cinco personas. Cada una de ellas anota, sobre una hoja de papel y a escondidas de los demás, un sustantivo que servirá de sujeto para una frase. Este papel lo pasa, doblado para no dejar ver lo escrito a su vecino de izquierda. Al mismo tiempo recibe de la persona situada a su derecha otro papel preparado en idéntica forma. Cada papel cumplirá, al final del juego, una vuelta completa. Cada uno debe aplicar al sustantivo que ignora un adjetivo o cuerpo de frase que lo califique o determine. Luego hace circular este otro papel y toma otro de la misma manera anterior. En esta forma se van anotando verbo, a continuación el sustantivo que servirá de complemento directo, y por último el adjetivo o cuerpo de frase que determinará o calificará al sustantivo. No queda más que desdoblar el papel y dar lectura al resultado, luego de haber concordado gramaticalmente los cuerpos de la frase.
El ejemplo que se ha dado y que sirvió para dar nombre a este juego, es el que se obtuvo en la primera frase, conseguida mediante el sistema que se explica:

"El cadáver exquisito beberá el vino nuevo."

Georges Hugnet.
Petite Anthologie poétique du Surreálisme (1934)
J. Bucher, editeur.

André Breton, Jacqueline Lamba, Yves Tanguy.
Cadáver exquisito, 1938. Collage


Ejemplos de cadáveres exquisitos

La ostra de Senegal comerá el pan tricolor.
El ciempiés enamorado y frágil rivaliza en maldad con el lánguido conejo.
El cloro en pera hace hablar a los mayordomos atroces.
Las mujeres heridas abollan la guillotina de cabellos rubios.
La paloma de las ramas contamina la piedra lamartiniana.
La niñita anémica hace enrojecer los maniquíes barnizados.

La révolution Surréaliste, nº 9-10.


El embarazo en papel secante hila en una rueca roja cerca del apóstata lustrado como un ataúd.
El dormitorio de la niñitas endebles rectifica el odioso internado.
La calle Mouffetard estremecida de amor, divierte la quimera que enciende el fuego sobre nosotros.
El sexo sin fin se acuesta con la lengua ortodoxa.

Le Surréalisme au Service de la Révoltion, nº 4.

André Breton, Jacqueline Lamba, Yves Tanguy.
Cadáver exquisito, 1938. Collage

Varios de nosotros nos hemos reunido, a menudo y con gusto, para juntar palabras o para dibujar por fragmentos un personaje. Cuántas noches pasadas en crear con amor todo un mundo de cadáveres exquisitos. Pujábamos para ver quién encontraba mayor encanto, más unidad, más audacia, en esta poesía conseguida colectivamente. Olvidados de las preocupaciones, de la pobreza, del aburrimiento, de lo cotidiano. Gozábamos con las imágenes y no había perdedores.
Cada uno quería que su vecino ganase, más y más, para entregarlo al que tenía a su lado. La maravilla se encontraba saciada. Su rostro desfigurado por la pasión se nos aparecía infinitamente más hermoso de todo lo que pudo presentársenos en nuestra soledad, pues, entonces, no sabíamos responderle.

(Sin info)


Texto extraído del libro "Historia del Surrealismo" de Maurice Nadeau
Santiago Rueda - Editor
Buenos Aires - 1948

25 septiembre 2006

Una buena...

Fue reeditado por la Ed. Argonauta uno de los documentos más importantes en lengua castellana sobre Surrealismo. Se trata de la Antología de la Poesía Surrealista (francesa), compilada por Aldo Pellegrini (1903-1973) y publicada por primera vez en el año 1961, en Buenos Aires por la Compañia General Fabril Editora. En 1981, durante la dictadura militar argentina fue publicada en España por Ed. Argonauta.

La edición es muy cuidada. Se mantuvo el formato de la original, agregando algunas fotos y actualizando las biografías.
Incluye un ensayo introductorio sobre la Poesía Surrealista (escrito por Pellegrini), exponiendo una breve "historia" del movimiento, fines, técnicas y una clasificación de los poetas que participan de la antología según su tipo de "adhesión" a las filas surrealistas y fotos en blanco y negro de todos ellos.

Extracto de las Notas del Editor
Desde su aparición, la "Antología" representó para toda una joven generación de habla castellana la posibilidad de una aproximación a las manifestaciones poéticas del movimiento surrealista, de ese movimiento que, con justicia, Aldo Pellegrini denominó "mística de la revuelta".

A tantos años de la edición original, puede resultar sorprendente la profunda vigencia que mantiene esta obra. La explicación -en palabras de su autor- parece estar en el hecho de que el surrealismo más que un movimiento artístico debe ser considerado un movimiento ideológico en pos de la liberación del hombre, que encuentra en la poesía y en el arte su justificación y su expresión.

De la solapa
La obra nos brinda "la visión panorámica de un movimiento que intentó luchar en pro del hombre a secas, es decir por todo hombre individual y concreto. Para esa lucha usó un arma cuyo verdadero poder todavía desconocemos: la poesía, cuyos dos componentes activos, la libertad y el amor, son los mismos que configuran la vida integral del hombre".

LA POESÍA DEBE SER HECHA POR TODOS
Lautrémont

24 septiembre 2006

Hallazgo...

El decidir un título para el Blog fue un motivo de incertidumbre. Luego de la espera ansiosa de una revuelta que me acercara a la poesìa nuevamente, después de un largo tiempo (y horrible) sin poder escribir una sola línea, entre ida y vuelta logré dar con LA MEMORIA DEL ARCHIPIÉLAGO.
Fogonazo indecible, luz en el aire, instantánea encerrada en caja negra. Breve motivo de excusa para los encuentros...

Fué entonces, queridos mamarrachos, cuando intenté explicar el significado oculto de estas palabras para mí...

Siendo la memoria algo volátil, sostenido en las ramas de un espacio incierto, masa mística, recipiente vacío pero lleno. Un todo pasado, de muchos otros actores y actuados que moldea presentes. El aire que no ocupa mi cuerpo.

Siendo el Archipiélago una masa que penetra, el contacto con el mar, aventura y peligro, intento de traspasar los límites. Abarcar, rodear, un paso inicial, abrazo que no se continúa ni en uno mismo ni en el otro...

Memoria del Archipiélago...retorno a la distancia, hacia un atrás desmesurado, un regreso a lo fijo rodeado por el movimiento eterno. Encarnación de la herida y del arma. También prisión o castigo...destino, transformación por choque, desgaste...

"Navegando" por la net, encontré una pequeña reseña a un libro, "por casualidad". La verdad es que mantiene relación con mis motores de búsqueda actuales, con mis añoranzas y mis designios, con ciertas claves que aún no puedo resolver, pero que poco a poco se van aclarando, lentamente:

«El archipiélago es metáfora del problema de la conexión entre identidad y relación. ¿Cómo es posible afirmar la propia identidad sin, al mismo tiempo, “salir” de ella, sin resolverla en lo otro de sí? Donde advertimos al extranjero, al enemigo, a la amenaza, allí podríamos encontrar nosotros mismos nuestra verdad más profunda, la mismidad inalienable e inexorable de nuestra persona, esperándonos.»

"El archipiélago - Figuras del otro en Occidente" de Massimo Cacciari.
Editorial: Eudeba

Gracias, al que escribió eso...
Seguramente me compraré el libro...ajaja

21 septiembre 2006

Arte Poética (*)

A fin de probar que merece la beatitud eterna, el alma egipcia enumera ante Osiris las faltas que no ha cometido; pero el poeta no tiene que disculparse ante juez alguno.

I) He deslumbrado hasta a los orgullosos y los incrédulos sin abusar de los prestigios vinculados con mi arte.

II) He dicho ¡fuera! a la cadencia, a la rima, he desherrumbrado las palabras. «Adelante, la música» ¡Malditos los discursos!

III) Desprovisto de todo valor, he desterrado lo claro. Trabajando en lo obscuro, he hallado lo claro. He desconcertado. He celebrado el motín, he equiparado monstruos y prodigios, haciendo resplandecer todo aquello que exaspera a lo carenciado y al alma buena.

IV) En mis poemas han culminado los sueños del hombre, sus delirios. No me correspondía hacerles declinar su nombre; proteiformes, ellos contenían diferentes sentidos. He respetado su confusión. He permitido un libre curso a su fuga. Mis palabras testimonian su perpetua metamorfosis.

V) He exaltado los sentimientos que se experimentan ciegamente, que se perderían al quererlos identificar. Cada uno de ellos, gracias a mí, ahora se entrega con los ojos cerrados. Se siente con ellos una nueva intimidad. Se siente más comodidad en el alma cuando se escapa lo que se hallaba demasiado bien sujeto.

VI) No he imitado a los que se acomodan a los deseos de la mayoría o de los poderosos. He extraído de mí mismo mi regla, mi principio y mi gusto, y he acentuado su diferencia, pareciéndome en esto a los grandes poetas y, a través de ellos, a todos los hombres. He pensado que no había mejores maneras, ni menos estrechas, de mostrar mi sinceridad y mi obediencia definitivas.

VII) Me he propuesto ser inimitable. He mostrado mi maestría, no he disimulado mis audacias. He rechazado las disciplinas comúnmente aceptadas. He inventado otras para mi propio uso. Si cada uno pudiese imitarme (haciéndose inimitable), esa sería únicamente mi recompensa.

VIII) Jamás he experimentado la necesidad de demostrar. La poesía no es un oficio: la impaciencia y el orgullo no abandonan su cuna. Me he abstenido de las vulgaridades y las evidencias. Se fuerzan las cerraduras, no las imágenes. No he experimentado la necesidad de proclamarme mago y profeta.

IX) No he simulado el embotamiento, el sentido común y la sabiduría de las naciones. He constatado con satisfacción que mis transportes me mantienen alejado de la tropa de Panurgo.

X) ¿El trabajo, la fatiga? No los conozco. Tengo presente que existe en el agua, entre la lluvia y la fuente, un tránsito fácil, indiscutible. Me he presentado como la fuente, produciendo naturalmente agua pura. Los versos brotan rápido.

XI) Mis versos recuerdan en cada expresión que son la negación de la prosa («Lo que yo digo, es oráculo»). Todo esfuerzo vano por reducir su enigma, por evitar su celada reclama una nueva glosa. No se orada en su secreto. Al querer hacerlo desesperadamente, se vuelve más insondable su belleza .

XII) La poesía escapa a la insipidez, a la bajeza y a la futilidad de la prosa, lo cual es inapreciable. He preservado todos los dramas del amor en una pompa de jabón. Mis versos sorprenden inmediatamente. Todo los distingue del lenguaje habitual y el alma se maravilla de que la expresión equívoca, la sílaba extensa y turbadora, la conduzcan estremecida a los bosques.

XIII) A otros la preocupación de nutrir el alma con alimentos de primera necesidad, que no son raros, aunque sí indispensables para su mediocridad estancada. He querido imponerle unas amasaderas lujosas y extrañas, llegadas desde las antípodas o desde los abismos.

XIV) En el rey no he encontrado majestad, ni en el cura sacerdocio. He atraído la atención sobre la insignificancia del cetro, sobre el barro de la sandalia. No he tomado las cosas por su costado irrisorio.

XV) No he observado la misma irreverencia en el taller del artesano. Pero no he encomiado su labor ni su obra. He levantado la copa para alabar la curva, el color y la delicadeza. La dialéctica ordena tales preeminencias.

XVI) No existe imaginación que sea justa o injusta. No se inventa en el vacío. He recurrido al azar y a los filtros. He desdeñado la razón y la experiencia. He cambiado, por poco que lo haya solicitado imperiosamente, el sentido de las palabras. Por lo tanto, las palabras me dejan más rico de lo que me habían encontrado. Han acrecentado mis poderes mediante encuentros que quedan en el recuerdo.

XVII) He sido lo suficientemente temerario como para glorificarme de mi resolución, y recomendarla como principio. Mis imprudencias han sido siempre venturosas, las he concebido en la grandeza del ánimo. Sobre todo he contado con la instantaneidad de la suerte, provocándola sin medida para acentuar la fuerza de mi imaginación y la generosidad de mis sentimientos. Las he aceptado orgullosamente, regocijándome por lo demás de no deberlas más que a mí mismo.

XVIII) He expresado lo que, antes de mí, se consideraba como inexpresable.

XIX) He divulgado lo que todavía se tenía por incognocible. He reverenciado la ciencia menos difundida, lo que no era posible saber, todas las cosas complejas que cada uno computa desde el nacimiento hasta la muerte, y que, al encontrarlas en mis versos, le golpean con una evidencia que le provoca una risa de hachich.

XX) Tengo el corazón puro. He escandalizado a todos los imbéciles, salvo a los que duermen el sueño del justo.

XXI) Los que aman mis versos los dicen cuando se encuentran solos y su puerta se abre hacia la noche. Los que aman mis versos y aman, ya no tienen necesidad de decirlos.

XXII) A toda verdad le he dado su fosa.

XXIII) Este camino me ha elegido libremente. La idea del éxito y del fracaso está en la punta de mi pie.

André Breton/Jean Schuster

Traducción: Juan Carlos Otaño. (*) “Art poétique”.
Texto extraído de la revista «Bief» nº 7, Ed. Le Terrain Vague, París, 1º de junio de 1959 (pág. 7).

19 septiembre 2006

Automáticos - La maldición cíclica

La distancia que he creado se corresponde a mi ambición por superar otras murallas. Mientras sueño con los juegos que talvez podrían abrir las puertas de lo maravilloso, me hundo en otro posible complot contra mi insignificancia.

He descubierto las horas, marcado los pasos de tu rutina. Casi seguro de poseerte he desintegrado mi ubicación en el mundo. Es que carezco de destino, por eso, podrás confundirme con cualquier palabra que se te cruze por el camino, con cualquier nombre, con cualquier hombre. Entonces yo sentiré que el cielo se asemeja a la espesura del mar, increiblemente llano y desolado como los edificios en los que te busco.

Mientras me fume un cigarrillo de humo negro, estaré pensando en el pasado, casi seguro de no haber tenido chance de torcer la cara demacrada de una vida que no me pertenece. Entonces subiré al ascensor de un edificio derruido, y tragaré mi imagen en un espejo que detiene el tránsito de mi sangre. Apostaré que aquel reflejo no soy yo mismo (y de alguna manera se que no lo es), y pretenderé haberme olvidado de mi rostro, de tu rostro.
Y cuando baje de ese agujero cuadrado, como una caja que levita por un pasillo hacia un punto en una línea sin límites, habré llegado donde quería, adonde irían todos si pudiesen decidir sus nombres, sus actos, su infamia.


Allí en la soledad que causa toda posible decisión volveré a reunirme con mis deseos y te consagraré a una ofrenda de viento, a una mezquina proposición para reventar el aire que escupo cuando pronuncio tu nombre. Alli no tendré más que perpetuar el infortunio de mi existencia, arder en deshonra, rabia de no saber callar frente a los otros , que se convierten cuando soy plenamente consciente de que no estás, en la burla de mi nacimiento, en la risa y todos sus secretos.
Pensamientos que se convierten, uno a cada segundo, en extractos de mi, de mis palabras. Voces nuevas que me susurran sus nombres de desposeídos, que me describen sus rostros, parecidos al roce de la carne en un mundo sin oxígeno; en gritos aferrados al silencio, a un hombre que transpasa sus pupilas con las imágenes que todo el mundo olvida.

Imágen: "El Gran Ignorante" de Max Ernst

15 septiembre 2006

Teoría del suspiro

Encuentro del aire,
rueda clandestina del espíritu.

Se vence el segundo entre la memoria y el deseo
y se derrama por los labios,
resecos de melodrama de un anteayer sin suerte
húmedos en la encarnación de un olvido programado.

Entre cenizas de llanto, susurro.
Sobre el secreto de la risa, casi dolor,
canto del cisne en la selva.

Un espejo de alivio en el final de la duda.
Un grito pequeño.