15 octubre 2006

Fin del día por encima del hombro

Niño retazo de rojo crepúsculo;
cuando deseaste entrar a Buenos Aires,
la noche despierta entre cigarras y sentencias de mediatarde,
acosaba el último vestigio de nacar de cielo.
Te diluía.

El ladrido del perro del taller,
cuida que el silencio no penetre las carrocerias meadas de los autos.

La ceguera se me acerca, veo que el ambiente es tan sucio como la primavera.

No importa saber cual es el destino del último reloj del mundo,
la aguja de los segundos que nadie cuenta entró a mi casa en forma de mujer.

Hoy no quiero saber
Digo hoy
Ladrido de perra
Digo Ayer

Destrucción del tiempo.